jueves, 19 de julio de 2007

La universidad pública y gratuita en Argentina ¿es para todos?


Siempre surge la discusión acerca de que es mejor, si una facultad privada o pública. Ya el hecho de estudiar es importante. Es el primer paso. Sí, claro, el lugar importa, aunque no es lo esencial.
Lo que realmente importa es la voluntad de uno, las ganas de aprender…las ganas de ser alguien. Puedo ser un vago o puedo aprender mucho en una universidad pública o privada.

Subrayemos que es característico del argentino compararse con sus pares. Siempre es así. Hay que sentirse el mejor de todos, eso nos hace felices. El tema es que no todos pensamos así. Es por eso que surge esta “discusión”.

Para inaugurar este humilde espacio de opinión los dejo con unas palabras escritas por el economista y amigo personal Osvaldo Cado. Espero le sean útiles para aclarar un poco la realidad sobre el tema de la facultades.

La universidad pública y gratuita en Argentina ¿es para todos?

El papel de la educación es fundamental para evitar la reproducción intergeneracional de la pobreza y la desigualdad. Dentro del sistema educativo, la universidad es un factor decisivo para impulsar la movilidad social ascendente. Argentina se caracterizó entre otros países de América Latina por permitir que un importante número de jóvenes pertenecientes a los sectores menos acomodados, principalmente hijos de padres inmigrantes con escasos estudios, pudieran obtener un título profesional y ascender en la pirámide social a estratos superiores a lo largo de su carrera laboral.

Hoy las cosas cambiaron. La realidad educativa muestra que el sesgo en contra de los pobres se produce mucho antes que en la universidad. Los jóvenes con escasos recursos no solo no acceden a la universidad sino que ni siquiera culminan los estudios secundarios. De un estudio realizado en 1998 en la capital y el GBA se extraen las siguientes conclusiones:

1. Solo el 11% de los estudiantes de las universidades públicas proviene del 20% más pobre de la población.
2. El 52% de los estudiantes de las universidades públicas provienen del 20% más rico de la población.
3. El 46% de los estudiantes de universidades públicas cursaron estudios secundarios en colegios privados.

Estas estadísticas probablemente son aún más contundentes por el efecto regresivo que tuvo la última crisis vivida en la Argentina entre 1999 y el 2002.

Esto es bastante irónico, teniendo en cuenta que son los sectores más pobres del país que financian parte de esa educación pública y gratuita cuando, en el día a día, pagan el IVA cuando compran leche, pan, manteca, pollo, carne, fideos, etc.

¿No sería más justo y equitativo que quien pueda pagar un arancel mínimo por estudiar en una universidad pública lo haga y que los fondos restantes se destinen para equiparar la calidad de la enseñanza en los secundarios públicos y privados y a establecer un sistema de becas para que aquellas personas más necesitadas puedan en principio terminar el secundario?

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